Siendo
todavía niños,
atónitos
nos dejaron
cuando
en la clase explicaron
que
eran los números primos.
Eran
números que pareciera
no
ser extraños en nada,
mas
no se factorizaban
por
mucho que uno quisiera.
Así,
si tomamos seis,
lo
podemos expresar
haciendo
multiplicar
los
números dos y tres.
Al
proceso de igualar
un
número a un producto
de
dos, tres o más incluso,
llamamos
factorizar.
Pero
hete aquí que con los primos
eso
no se puede hacer,
por
lo que van a tener
la
importancia que les dimos.
dos,
tres, cinco y siete,
los
primeros primos son,
les
siguen a continuación
once,
trece y diecisiete,
diecinueve
y veintitrés
y
así seguimos contando
no
sabemos hasta cuando
porque
el final no se ve.
Y
aunque parece inaudito,
y
no nos quepa en la mente
se
prueba muy fácilmente
que
primos hay infinitos.
Hay
tantos como Aleph-cero,
infinito
elemental,
que
también es cardinal,
de
los números enteros.
|
De
muchos tipos los hay,
con
múltiples propiedades,
como
son los factoriales,
o
los primos de Fermat.
Y
entre ellos surgen celos
porque
no son tan famosos,
simpáticos
y graciosos,
como
los primos gemelos.
Tres
y cinco son gemelos,
once
y trece también son,
¿adivinas
el patrón
que
les da ese parentesco?
Más
ejemplos te daré
diecisiete
y diecinueve
treinta
y uno y veintinueve.
La
solución te diré:
No
sé si es cosa de Dios,
como
dijo Galileo,
lo que sí sé y lo que veo
es que difieren en dos.
Al
principio muchos hay
Y
a medida que avanzamos
menos
nos encontramos
aunque
seguro que están.
Y
tras romperse la sien,
un
alumno me pregunta,
pues
es chico que barrunta,
si
el uno es primo también.
Lo
admitía antes la ciencia
mas
hoy no se considera
porque
algún fallo genera,
aunque
es pura conveniencia.
Por
todo lo que he dicho antes,
y
no solo por rimar,
podemos
todos gritar:
¡los
primos son fascinantes!
|
J. M. Ramos
Pontevedra, 22 febrero 2012